miércoles, 14 de marzo de 2012

Vivir como si siempre fuera primavera

En la terraza de Nostrum en Sant Cugat
Me encanta la primavera. Ya está, ya lo he dicho. Tan simple, pero con tantas implicaciones. Mi objetivo es vivir como si siempre fuera primavera: relajada, absorbiendo los rayos de sol y su calorcito, ni mucho ni poco, observando, escuchando, pensando, compartiendo, cuidando, siendo sencillamente feliz.

Os preguntáis si todo eso lo hace la primavera: pues sí. De pronto sale el sol con una luminosidad especial que nos hace a todos más guapos. El cielo luce de un azul ibicenco que me trae paz a dosis dobles, y aunque se trabaje (retribuidamente o no, esa es otra historia) flota en el ambiente una pizca de estado vacacional. De pronto se cargan los chaquetones inútilmente y se lucen más colores, ropa que parece nueva por el tiempo que ha estado soterrada en el armario.



Me divierte tomarme diez minutos, sólo diez, para sentarme en una de las terrazas que florecen en la ciudad con un buen café o té o el combo de fruta y yogur de Very Berry que acabo de descubrir en la cafetería Nostrum. Ummm. Sola, miro el trajín de la gente que pasa, habla por el móvil, corre a pasitos cortos y acelerados o discute con un amigo. Es curiosa la disparidad de esta época del año; unos todavía muy abrigados y otros que se piensan en Hawai. Ya sé, eso comporta las consabidas gripes estacionales, pero no quiero estropear mi momento de primaverización.

Los días que se alargan ayudan a relacionarse. La cañita con los compañeros de trabajo, las actividades al aire libre, la conversación con otras mamás del parque, las excursiones de fin de semana...

Y en este estado de gracia a mí me da por sonreír aún más, cantar (bueno, desafinar) más alto, jugar más. Véis, la primavera ayuda a ser feliz. Y a que los proyectos salgan adelante, porque con optimismo, buen humor y sintiéndose guapo y bien consigo mismo es más fácil encontrar trabajo, llegar a los objetivos marcados, negociar, mantener buenas relaciones o educar con mimo.

Podría vivir en un lugar con primavera perpétua, pero no todos cabemos en Canarias ni tendría el mismo efecto, quizá, si precisamente no viviéramos el cambio de una estación a otra. Y es cierto que para las alergias es una puñeta y que si te afecta la astenia primaveral (que sí) vas infinitamente cansado y algo melancólico por el mundo. Pero aún así, me encanta la primavera. Y si nos cruzamos por el mundo, os dedicaré una sonrisa, sin segundas intenciones, porque feliz se vive mejor.

:)

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